Como artista marcial multidisciplinaria, he tenido la oportunidad de entrenar y enseñar en distintos estilos, desde las artes marciales tradicionales hasta las artes marciales mixtas (MMA).
A lo largo de mi experiencia, he aprendido que no se trata de elegir un bando, sino de integrar lo mejor de ambos mundos: la filosofía ancestral y la eficacia moderna.
En un tiempo donde todo se mide en resultados inmediatos, las artes marciales también han evolucionado. Pero esa evolución no debería borrar su esencia, sino enriquecerla.
La herencia de las artes marciales tradicionales
Mi camino comenzó en el karate-do, una disciplina que me enseñó mucho más que técnicas de defensa.
Las artes marciales tradicionales como el karate, el taekwondo o el kung fu son escuelas de vida donde la técnica, la ética y la mente se entrenan al mismo tiempo.
En ellas aprendí el valor del respeto, la humildad y el control emocional.
Cada kata, cada respiración y cada saludo en el tatami tienen un propósito: recordarnos que el combate más importante es el que se libra dentro de uno mismo.
Estas disciplinas me formaron desde adentro. Me enseñaron que la fuerza física sin disciplina interior se disuelve, pero la calma y el equilibrio interior fortalecen cualquier golpe.
Las artes marciales mixtas (MMA): adaptación y efectividad
Con el tiempo, me sentí atraída también por el mundo del MMA, una disciplina moderna que pone a prueba el cuerpo y la mente en condiciones reales.
El entrenamiento es intenso, táctico y exige una concentración absoluta: no hay espacio para el error.
El MMA combina lo mejor del boxeo, la lucha, el muay thai y el jiu-jitsu brasileño, creando un sistema versátil que responde con eficacia a diferentes estilos de combate.
Me gusta porque me reta a adaptarme, a reaccionar rápido, a pensar estratégicamente y mantener la calma incluso bajo presión.
Es, sin duda, un entrenamiento que lleva al límite tanto el cuerpo como la mente, y enseña una lección esencial: la capacidad de adaptación es una forma de inteligencia.
Mi visión: integrar tradición y modernidad
No creo en rivalidades entre estilos. Creo en la integración.
Las artes marciales tradicionales me dieron valores, estructura y propósito.
El MMA me dio agilidad mental, recursos reales y fortaleza emocional.
¿Por qué elegir uno cuando ambos se complementan?
Mi propuesta como artista marcial y como instructora es formar practicantes completos, que puedan rendir tanto en el tatami como en el octágono, sin perder el alma del arte.
Porque más allá de la técnica, lo que define a un verdadero artista marcial es su equilibrio entre disciplina, respeto y adaptabilidad.

