De Kenjutsu a Muay Thai: mi entrenamiento multidisciplinario y por qué está marcando tendencia – Por Anna Viesca Sánchez

Anna Viesca Sánchez - Artes Marciales

Siempre he creído que el cuerpo es un territorio inmenso, lleno de posibilidades, y que limitarse a una sola disciplina marcial es como aprender solo una palabra de un idioma que podría cambiarte la vida.
Mi camino comenzó con curiosidad: quería entender el movimiento, la técnica, la fuerza y la filosofía desde ángulos distintos. Nunca imaginé que esa curiosidad me llevaría a desarrollar un entrenamiento multidisciplinario que hoy no solo define mi estilo, sino que también está inspirando a muchas personas a explorar más allá de lo tradicional.

Ir del Kenjutsu al Muay Thai puede parecer un salto extraño, casi contradictorio. Pero para mí ha sido una transición natural. Cada arte marcial me ha dado una pieza distinta del rompecabezas. El Kenjutsu me enseñó precisión, enfoque y presencia; me enseñó a moverme con intención, a cortar el aire con un propósito claro y a sentir la energía del silencio. El Muay Thai, en cambio, me llevó al extremo opuesto: a la explosión, a la fuerza directa, al impacto crudo de rodillas, codos, patadas y puños. Dos mundos distintos, unidos por una misma raíz: la conciencia.

A lo largo del tiempo, me di cuenta de que no tenía por qué elegir. Que mi forma de entrenar no tenía que caber en una caja rígida ni seguir un solo estilo. Empecé a integrar elementos de cada disciplina según lo que mi cuerpo necesitaba: la técnica de Karate para la base, la movilidad del Kung Fu para la fluidez, la velocidad del Tae Kwon Do para el timing, la potencia del Box para las combinaciones, la estrategia del Muay Thai para el combate, y la filosofía del Kenjutsu para el equilibrio mental.

Lo interesante es que mucha gente cree que mezclar artes marciales se trata simplemente de juntar movimientos. Para mí, no es así. No entreno para “acumular técnicas”, entreno para comprender mejor mi cuerpo, mis emociones, mi reacción en conflicto y la conexión entre todas estas dimensiones.
El entrenamiento multidisciplinario me ha permitido romper patrones, salir de la rutina y descubrir capacidades que no sabía que tenía. Cada disciplina me exige algo distinto y, al hacerlo, amplía mis herramientas internas y externas.

Con el tiempo, mis alumnos empezaron a notar que mi forma de enseñar tenía algo diferente. No seguía una estructura tradicional, sino un flujo más natural, más adaptado a cada persona. Ahí fue cuando entendí que este entrenamiento híbrido no solo era valioso para mí, sino que también podía transformar la experiencia de quienes entrenan conmigo. Y así nació esta tendencia: personas que no quieren elegir entre potencia y técnica, entre tradición y modernidad, entre filosofía y combate.
Personas que buscan un entrenamiento completo, físico, mental y emocional.

Hoy, este enfoque multidisciplinario está creciendo porque responde a una necesidad real. Vivimos en un mundo que cambia rápido, que exige adaptabilidad, creatividad y presencia. Y las artes marciales, cuando se entrenan desde distintos ángulos, te enseñan a moverte con esa misma flexibilidad dentro y fuera del tatami.

Cuando mezclo el silencio cortante del Kenjutsu con la fuerza brutal del Muay Thai, siento que estoy uniendo dos fuerzas que conviven en todos nosotros: la calma y el fuego. Y en ese equilibrio encuentro mi identidad como artista marcial.

No sigo una tendencia; la estoy construyendo desde mi propio camino. Y si algo he aprendido es que las artes marciales no se tratan de etiquetas, estilos o fronteras, sino de expansión. De conocerte, reinventarte y permitir que tu cuerpo hable en más de un idioma.

Ese es el entrenamiento que hoy comparto: uno que integra, transforma y rompe límites. Uno que, al igual que yo, está en constante evolución.