La joven mexicana que da conferencias sobre disciplina, autocontrol y liderazgo a través de las artes marciales: mi voz, mi misión – Anna Viesca Sánchez

Anna Viesca Sánchez en conferencia

Nunca imaginé que algún día estaría frente a auditorios llenos, hablando sobre disciplina, autocontrol y liderazgo. Yo llegué a las artes marciales buscando movimiento, buscando fuerza, buscando un camino personal… y con el tiempo descubrí que todo eso tenía un valor mucho más grande cuando lo compartía con otros.

Mis conferencias nacieron de algo muy simple: la necesidad de contar lo que las artes marciales me enseñaron a mí. No solo la técnica, no solo el combate, sino ese conocimiento interno que transforma la forma en que te mueves por el mundo. Cada vez que hablo ante un público, lo hago desde mi propia historia, desde mis propios aprendizajes, desde cada caída y cada avance que han marcado mi vida.

A medida que profundicé en disciplinas como el Kenjutsu, el Karate, el Kung Fu, el Tae Kwon Do, el Muay Thai y el Box, entendí que la verdadera fuerza no está en el cuerpo, sino en la mente. Que la disciplina no es obediencia, sino compromiso con uno mismo. Que el liderazgo no tiene que ver con mandar, sino con inspirar a otros desde la congruencia.
Y que el autocontrol no aparece en los momentos de calma, sino en los momentos en los que todo dentro de ti quiere reaccionar impulsivamente.

Cuando doy una conferencia, siempre regreso a esas tres palabras: disciplina, autocontrol y liderazgo. Para mí, están profundamente conectadas. La disciplina te da estructura, el autocontrol te da claridad, y el liderazgo te da propósito.
Es una cadena que te sostiene, que te fortalece y que te impulsa a querer ser mejor, no solo para ti, sino para quienes te rodean.

Lo que más disfruto de hablar frente a un público es ver cómo las personas se reconocen en mi historia. A veces creen que las artes marciales están lejos de su vida cotidiana, pero después se dan cuenta de que todos, en algún punto, estamos combatiendo algo: un miedo, una inseguridad, un hábito que queremos cambiar, un límite que queremos superar.
Y es ahí donde mis palabras cobran sentido.

Comparto anécdotas de mis entrenamientos, momentos en los que he fallado, situaciones en las que tuve que respirar profundamente para no dejar que la emoción tomara control. También hablo del equilibrio, de la paciencia, del enfoque, de la importancia de actuar con intención y no desde la reactividad.
En cada una de esas historias hay una enseñanza que no pertenece solo al tatami: pertenece a la vida.

Me emociona ver cómo, después de una conferencia, alguien se me acerca con brillo en los ojos y me dice que entendió algo sobre sí mismo, o que quiere comenzar una disciplina, o que dejó de tener miedo a empezar algo nuevo.
Es ahí cuando recuerdo por qué hago esto: porque compartir transforma.

Hoy sé que mi voz puede abrir puertas, puede dar claridad, puede inspirar a alguien a tomar el control de su historia. Y eso es un honor enorme.
Mis conferencias no se tratan de mí: se tratan de todo lo que las artes marciales pueden enseñarnos a todos, sin importar la edad, el género o la experiencia.

Al final, siempre vuelvo a la misma idea:
la disciplina es libertad, el autocontrol es poder, y el liderazgo es responsabilidad.
Y si puedo ayudar a que más personas lo descubran, seguiré llevando este mensaje a cada escenario que me lo permita.